El trabajo que transcribo a continuación es fruto del esfuerzo del Dr. Fernando Jurado Noboa. Éste contiene no sólo colección de nombres, fechas y hechos gloriosos de sus protagonistas, sino también hechos cotidianos y hasta hechos que podrían desdecir de ellos, pero que de ninguna manera lo hacen, ya que las gentes que hicieron la historia fueron seres humanos, al igual que nosotros, con derecho a equivocarse y a pecar. Se podrá encontrar a nobles titulados y próceres que, normalmente, son quasi elevados a los altares; es verdad que merecen ser recordados por sus hazañas, pero también se los debe reconocer como hijos de Dios tendientes al pecado, conocer sus máculas es una mejor manera de que nos sirvan de ejemplo y podamos imitarlos en sus virtudes.

 

Espero que con esta colaboración, se comprenda un poco mejor al pueblo colonial hispánico, que si bien pertenecía a la Corona Española, en muy pocas cosas se puede asimilar en usos y comportamientos.

 

 

Tomado del libro Los Larrea. Burocracia, tenencia de la tierra, poder político, crisis, retorno al poder y papel en la cultura, de Fernando Jurado Noboa, volumen 22 de la colección SAG, Quito, agosto de 1986.

 

 

 

ORIGEN DEL APELATIVO.- LOS LARREA EN ESPAÑA:

Señorío, campesinado vasco, profesionalización y servicios reales

 

        El apellido Larrea significa en vascuense “pastizal o pradera” y en ese sentido y según opinión de Querejeta, tiene 30 casas solares en el país vasco, pues sus dueños tomaron el apellido de muchas praderas o pastizales. Estas casas son 10 en Vizcaya, 8 en Álava, 8 en Guipúzcoa, 3 en Navarra y 1 en Laburdi (Francia). Esta opinión es contraria a la de don Francisco Javier de Larrea, quien asegura que todos los Larrea del mundo se originan en una casa solar situada a una legua de Vitoria.

       Genealogistas serios como Atienza, dan por hecho que todos los Larrea se originan en la casa de Salcedo y estos a su vez en la vieja casa de Ayala, estando en este criterio de acuerdo con don Francisco Javier. De nuestra parte, no sabemos si este grupo de genealogistas se basa a su vez en el criterio de Larrea o si han visto otros documentos...

        Los genealogista Juan Dionisio de Larrea Zurbano y su hijo Francisco Javier, remontan la genealogía de su familia por varonía al siglo VIII y en el apellido Guevara. Las filiaciones presentadas adolecen de tal cantidad de errores, que preferimos ni siquiera tocarlas, valga citar, por ejemplo, que establecen la transmisión de un apellido por varonía al estilo siglo XX. Puede aceptarse la verosimilitud genealógica a partir del siglo XIII, en que empezó en la Edad Media cierto orden en la transmisión de apelativos. De todos modos, se presenta las generaciones desde finales del siglo XI:

 

I.- PEDRO GARCÍA SANZ DE SALCEDO Y PIÉDROLA, n. en el señorío de Ayala hacia 1085 y se estableció en la provincia de Álava, donde fundó la primitiva casa de Larrea. Casó con Andrea de Maza, hija de Pedro Maza, que en 1096 estuvo con 300 gascones armados de mazas, en la batalla de Alcaraz, al servicio del rey de Aragón y por las armas que portaban sus hombre, tomo de ellas el apellido. Fue hijo:

 

II.- SANCHO SÁNCHEZ DE LARREA, n. en Álava por 1110 y tomó el patronímico Sánchez derivado del Sanz de su padre, y es el primero que al parecer usó el apellido Larrea. Casó con Emilia de Lorriaga, siendo su hijo:

 

III.- GONZALO DE LARREA Y LORRIAGA, n. por 1133. Casó con María Nieres, hija de Sancho de Nieres y de Teresa González de Santiago, de origen portugués. Fue hijo:

 

IV.- GIL GONZÁLEZ ÓÑEZ DE LARREA, que conforme con la costumbre medieval, tomó su transitorio patronímico González del nombre de su padre. Nació por 1156 y está ya citado en las historias de Somallca y de Zaldivia. Casó con Clara Rodríguez de Biedma, siendo su hijo:

 

V.- PEDRO DE LARREA Y BIEDMA, n. por 1180. Casó con Juana Sánchez Manuel, padres de:

 

VI.- JUAN DE LARREA Y MANUEL, n. por 1203. Casó con Juana de Lizárraga, de origen vasco. Padres de:

 

VII.- JUAN DE LARREA Y LIZÁRRAGA, nació por 1226. Casó con Teresa de Aranguren, siendo hijo:

 

VIII.- GONZALO DE LARREA Y ARANGUREN, n. por 1250. Casó con Brígida de Aramburu, también de origen vasco. Hijo:

 

IX.- RAMIRO DE LARREA Y ARAMBURU, n. por 1273. Casó con Catalina Carreño, su hijo:

 

X.- LORENZO DE LARREA Y CARREÑO, n. por 1296. Casó con María Bohórquez, siendo su hijo:

 

XI.-SANCHO DE LARREA Y BOHÓRQUEZ, n. por 1320. Casó con Dionisia Barrientos, siendo hijo:

 

XII.- ANDRÉS DE LARREA Y BARRIENTOS, n. por 1343. Casó con Isabel de Ubillús, siendo su hijo:

 

XIII.- JOSÉ DE LARREA Y UBILLÚS, n. por 1366. Casó con Clara de Mendigaña, para ser padres de:

 

XIV.- PABLO DE LARREA Y MENDIGAÑA, n. en la provincia de Álava por 1384. Casó con Inés de Loyola, hermana de Sancha Yáñez de Loyola, señora de los lugares de Onza y de Loyola, en la provincia de Guipúzcoa, y quien casó en 1413 con Lope García de Lazcano y Murguía, hijo de la casa solar de Murguía en la villa de Astigarraga. Fue hijo:

 

XV.- JUAN DE LARREA Y LOYOLA, n. por 1406 en la casa familiar de Larrea, a dos leguas de la ciudad de Vitoria. Casó con Ana de Arriola, siendo su hijo:

 

XVI.- MARTÍN DE LARREA Y ARRIOLA, n. en la casa cerca de Vitoria por 1428. Se estableció en el pueblo de Portugalete, en el señorío de Vizcaya, donde casó con María Sanz de Bañales, hija de Hernando de Bañales, señor del lugar de Bañales. Fueron padres de:

 

XVII.- HERNÁN SANZ DE LARREA Y BAÑALES, n. en Portugalete hacia 1450. Pasó al pueblo de Castro Urdiales, en la vecina provincia de Santander, dando origen así a la rama que se afincó en aquel pueblo, inmediatamente antes de su paso a América. Casó con María de Oriendo, siendo su hijo:

 

XVIII.- MARTÍN SANZ DE LARREA Y ORIENDO, n. en Castro Urdiales por 1472. Casó allí con Juana Pérez de Veci, siendo padres de:

 

XIX.- JUAN BAUTISTA DE LARREA Y VECI, nació en Castro Urdiales hacia 1495, y de quien su descendiente Francisco Javier de Larrea dice lo siguiente:

“33  El dicho Don Juan Bautista de Larrea, cuarto de este nombre, caballero de la Orden de Santiago, fue colegial mayor del Colegio de Cuenca en la Universidad de Salamanca. Estudió todas las facultades; leyó con aplauso de esta célebre Universidad, cátedras de Cánones y Leyes, escribió dos tomos sobre estas facultades, que andan impresos y son muy apreciados de los juristas. Ocupóle el Señor Carlos V en el empleo de Fiscal de su Real Audiencia; fue remitido al Congreso que se formó en la ciudad de Vitoria con plenos poderes del Señor Emperador en el asunto de tratar de guerra contra el Rey de Francia; en que sus dictámenes fueron de toda aprobación; y concluido este importante negocio, lo hizo del Supremo Consejo Real de Castilla, en el que mantuvo la mesma aceptación, y estimación que siempre hizo de su persona su Magestad, y toda la Corte. Casó con Doña Ursula Corbera, hija de Don Ramón Corvera Maestre de la Orden de Montesa en Aragón; descendiente del antiguo linaje de Corvera, natural de la ciudad de Zaragoza, en cuyos anales se hallan memorias de muchos caballeros de este ilustre apellido, cuyo origen fue Marco Valerio Corvo caballero romano, cuyos grandes hechos refiere Tito Livio en su historia romana; tuvo por hijo el dicho Doctor Juan Bautista de Larrea a Juan de Larrea.” (A esto último no se le da valor, por ser un entronque falso. Nota de MAD)

 

XX.- JUAN DE LARREA Y CORBERA, n. en el pueblo de Castro Urdiales hacia 1515 y de quien su citado descendiente dice lo siguiente:

“34  El dicho Juan de Larrea; quinto de este nombre, fue natural de la Villa de Castro Urdiales, en las encartaciones de Vizcaya, de donde pasó a celebrar matrimonio a la villa de Portugalete con Doña María Pérez de Zurbano, cuya ascendencia se escribirá en el siguiente capítulo; fue soldado y sirvió muchos años al Señor Carlos V, y a su hijo Don Phelipe II en todas las guerras que estos Reyes tuvieron, por mar y tierra, no solo con su persona, si también por la mar, en navíos propios, porque fue caballero rico, y de mucha hacienda que tuvo en dicha villa. Sus servicios se expresan en la siguiente Real Cédula que va aquí puesta en letra.”

        Este Larrea y su mujer fundaron un cuantioso mayorazgo en casas principales y en viñas del pueblo de Portugalete, con la condición de que los usuarios del mayorazgo utilizaran el doble apellido Larrea Zurbano. Don Juan tuvo además casas en la calle de Ardigales. Larrea fue elegido Corregidor de Castro Urdiales en 1540 y su mujer testó allí aun joven en 1564.

        De la señora Zurbano, se sabe que era hermana de Jerónimo de Zurbano, caballero de Calatrava, General de la Mar del Sur, quien hizo escribir a Juan Ochoa de Argandoña en 1532 y en Plasencia una relación sobre sus antepasados, con infinidad de cosas ridículas. Don Jerónimo fue también uno de los conquistadores del Perú. Ambos eran hijos de Sancho Díaz de Zurbano y Loyola (quien desempeñó el cargo de licenciado en Bilbao) y de María Pérez de Arbolancha, n. de Portugalete; nietos paternos de Jerónimo de Zurbano y Herrera y de Isabel de Loyola, n. por 1460. Más arriba, la genealogía presentada por sus descendientes se torna del todo increíble.

        Según el pasaporte de Jerónimo de Zurbano, ésta había nacido en Bilbao y fue uno de los pocos inmigrantes que del estado noble pasaron a Indias (AGI, Sevilla, Patronato, T.1, 4.586). Pasó al Perú en 1534, regresó a España para, por segunda vez, pasar al Perú en 1540, siendo Regidor de Lima. Volvió a España el 43 y obtuvo cédulas recomendaticias para el Perú en 1550 y 56. Como Capitán, pasó por tercera vez al Perú en 1554, en unión de tres hermanas de apellido Zurbarán y de otros cinco vascos. Fue Alcalde de Cañete en 1557 y después en el Cuzco. Casó en segundas nupcias con doña Úrsula Antonia Pacheco de Robles, n. en Arequipa y prima de Sancho Díaz de Zurbano, n. en Chiquiabo, Perú, y Alcalde de Lima (Peter Boyd-Bowman: Índice Geobiográfico de Cuarenta Mil Pobladores Españoles de América en el siglo XVI, T.2, Ed. Jus, México 1968, pg. 370).

        El hijo de Jerónimo, Sancho Díaz de Zurbano, fue encomendero en el Alto Perú en 1606, Corregidor de Quito entre 1608 y 1611, miembro allí de la cofradía de los Siete Dolores; había casado en Lima el domingo 16 de febrero de 1603, con su prima Micaela Dávalos de Rivera y Santillán, n. en 1576 y quien había sido dotada en 1596 de la suma de 4.000 pesos por su abuela, Elvira Dávalos. Esta señora era hija del mayorazgo Juan Dávalos de Rivera y de Leonor de Figueroa y Santillán. Nieta paterna del famoso conquistador andaluz Nicolás de Rivera, uno de los Trece de la Fama, y de la citada Elvira Dávalos; nieta materna de don Hernando de Santillán, n. de Sevilla, primer Presidente de la Audiencia de Quito, y de Ana Dávila Bahamonde y Sandoval (Manuel de Mendiburu: Diccionario Biográfico del Perú, letra R).

       Fueron sus hijos:

          1.- Juan de Larrea Zurbano, que sigue.

          2.- María Sanz de Larrea Zurbano. Casó en Castro Urdiales con Martín de Cereceda, padres, entre otros, de:

                 2.1.- Martín de Cereceda y Sanz de Larrea, n. por 1557 y quien pasó a Charcas en 1577 como criado de su tío Juan de Larrea.

          3.- Clara María de Larrea Zurbano, n. en Castro Urdiales por 1550. Profesó como monja en un convento de Bilbao, de donde salió con licencia pontificia y para apaciguar las luchas de bandos vizcaínos entre Larreas y Mendozas, casándose con don Lope Hurtado de Mendoza y Otáñez, n. en Castro y jefe del bando mendocino. Era hijo de Ruy Díaz de Mendoza y Mendoza, n. del valle de Salcedo en Vizcaya, y de doña Juana Otáñez, n. en Castro Urdiales: nieto paterno de Iñigo Hurtado de Mendoza y Salcedo y de doña María de Mendoza y Manrique de Lara, señores de la casa de Salcedo en Legarda y de las casa de Mendoza en Álava. Con sucesión.

 

     Los Larrea en el país vasco entre los siglos XI y XV, ocuparon, como hemos visto, una modesta posición de hidalgos provincianos. Es Juan Bautista de Larrea y Veci a quien le tocó vivir en el expansivo reinado de Carlos V, quien inicia el ascenso social como abogado y Fiscal y enlaza con una hija del Maestre de Montesa. Su hijo Juan fue soldado y marino y cuñado, además, de uno de los más importantes conquistadores del Perú. Al casarse su hija con el jefe del bando mendocino en Castro Urdiales, pasan a la primera línea de poder en la vida de ese pueblo. El hijo de esta pareja, Juan, consigue un alto cargo en la Corte española y, aun con mediana posición, emigra a América en 1577. Era la tercera generación de una familia en ascenso y aparte de dinero, le faltaba algo más sólido para afincar su poder de indiano en el Perú: El matrimonio era la única salida. Veamos qué iba a pasar:

 

XXI.- Capitán JUAN DE LARREA ZURBANO, n. en la casa solar de su familia en la calle de Ardigales en el pueblo de Castro Urdiales hacia 1537. En busca de fortuna y siguiendo los pasos de su abuelo, se empleó desde 1563 en la Secretaría del Real Consejo de Indias en Madrid, con el cargo de oficial, en el que luego de servir 14 años consiguió que se le nombrara Protector General de Indios de Charcas. Fue así como el 12 de octubre de 1770 (AGI, Sevilla, Patronato 1577) obtuvo pasaporte en Sevilla para pasar a Charcas; quienes expidieron el documento le empadronaron en el estado distinguido, pero no noble, haciendo constar que era hijo de militar y de madre noble. Vínose con tres criados: Pedro de Baquedano, Álvaro Gil de Aragón y Martín de Cereceda y Sanz de Larrea, su sobrino.

     Luego de servir 6 años en Charcas, el rey decidió que todos los protectores sean letrados, y como Larrea no lo era, se quedó sin empleo en 1584. Obtuvo entonces que la Audiencia le designara Corregidor de la Recaja, gobernando allí por muerte del Virrey. Fue también vecino de Oropesa y Relator de la Audiencia de Charcas. A fin de siglo, casó en Arequipa con doña María de Peralta y Solier, n. en ese lugar por 1567, hermana de Alonso de Peralta, Inquisidor de México y Arzobispo de Charcas, quien escribió una genealogía de su familia en verso. Los Peralta eran hijos de conquistador y descendientes por vía ilegítima del famoso monarca de Navarra Carlos II el Malo. De esta manera, ya pisando la tercera edad, Larrea se alió con el poder feudal.

     En 1604, hallándose otra vez sin empleo, solicitó al rey un Corregimiento Interino, hasta conseguir uno titular en Collaguas, Huancavelica o en los Andes del Cuzco. Testó primero en Tiquipaya, valle de Cochabamba, el 4 de diciembre de 1612, y por segunda vez en Oropesa el 23 de febrero de 1626 ante Marcelo de Figueroa, falleciendo alrededor de los 90 años de edad.

(En esta parte, el Dr. Jurado Noboa hace un interesante relación del conquistador don Diego de Peralta Navarra y Cabeza de Vaca, padre de doña María de Peralta y Solier, así como de su esposa doña María de Robles Pacheco y Solier. Además, incluye varios cuadros demostrando la filiación con la casa de Navarra y ésta a su vez con las de Castilla, con los Capeto y con la casa de Anjou).

     Don Juan de Larrea Zurbano, ejerciendo el cargo de Relator de la Audiencia de La Plata, dio poder a Diego de Cáceres el 9 de mayo de 1582 a que se casara con la citada doña María de Peralta y Solier, y en ella tuvo sólo hijas mujeres, que fueron

          1.- María Magdalena de Larrea Zurbano, que sigue.

          2.- Paula Larrea y Solier, n. en Arequipa. Casada con Agustín de Ulloa.

          3.- Mariana de Larrea y Solier, casó adolescente en 1598 con Diego de Porres, viudo de Ana Ulloa y Angulo. Casó segundo en Lima el 9 de septiembre de 1604 con Pedro Mercado Peñalosa.

          4.- Clara de Larrea y Peralta, n. en Arequipa. Fue vecina de Quito. Casó con el Cptn. Cristóbal Núñez de Bonilla y Riaño, quien testó en Cuenca (Ecuador) en 1634. Sin sucesión. Doña Clara fue una de las pocas mujeres del siglo XVII que sabían leer y escribir. El 1 de febrero de 1611 (Archivo Nacional de Historia, Quito, Notaría 1ª 1611), sus parientes Fr. Salvador de Ribera y el Gral. Sancho Díaz de Zurbano le ofrecieron 9.000 patacones en dote a que se casara con Bonilla, quien a su vez no ofreció nada. Este formó familia sin desposarse en Cuenca con doña Constanza Gómez de Guzmán (ANH, Quito, Not. 1ª 1648).

 

XXII.- MARÍA MAGDALENA DE LARREA ZURBANO Y PERALTA, n. en Arequipa por 1583. Por no tener hermanos varones, heredó el mayorazgo fundado por sus abuelos en España. Casó primero con Juan Perero de la Rocah y segundo hacia 1622, cerca ya de cuarentona, con Miguel Alonso Ruiz de Bustillo y Avendaño, habiéndole otorgado don Juan de Larrea Zurbano carta dotal el 29 de agosto de 1626.

     Bustillo nació en la villa de Oropesa en Cochabamba. Era hijo de Miguel Ruiz de Bustillo y Rodríguez, b. el 4 de abril de 1560 en la villa de Robredo de Valdefamansa, provincia de Burgos, quien pasó al Perú como Tesorero de las Cajas de Guamanga y Huancavelica, siendo luego Corregidor de Carangas y de Oropesa. Por haber servido más de 26 años, obtuvo una Cédula Real fechada en San Lorenzo el 3 de noviembre de 1603. Habíase casado en Lima, otorgando carta dotal en La Paz hacia 1580, con Ana de Avendaño y Zúñiga, n. en el pueblo del castillo de Garcimuñoz, en la provincia de Cuenca. (En esta parte, Jurado incluye los nombres y relaciones de los abuelos de esta pareja, y luego el Capítulo V de la obra inédita de Larrea, donde da los orígenes de los Bustillo).

     Fueron hijos de doña María Magdalena y de don Miguel Alonso:

          1.- Juan de Larrea Zurbano y Bustillo, que sigue.

          2.- María Ana Bustillo de Larrea, casó con el Maestre de Campo don Agustín Segarra de Lasroelas. Su hija, María Ángela de Lasroelas, casó con el Gral. Lucas de Orozco, padres a su vez de Eusebio de Orozco y Lasroelas, quien casó María Josefa de Peralta y Arancilla. La hija de estos últimos, María Ángela de Orozco Segarra y Lasroelas, casó con José de Borda, con sucesión.

          3.- María Magdalena Bustillo de Larrea Zurbano, casó con el Gral. Bartolomé de Medina, primo segundo (según Francisco Javier de Larrea) del Marqués de Alcanisas, Grande de España. Con sucesión.

 

XXIII.- Doctor JUAN DE LARREA ZURBANO Y BUSTILLO, n. en Colcapiura, Perú, hacia 1623. Hizo estudios en el Colegio de San Juan Bautista, con mucho lucimiento, y luego pasó Lima como alumno de la Facultad de Cánones y Leyes del Colegio de San Martín (AHN, Madrid, expediente de Juan de Larrea Zurbano en Alcántara), habiéndose bachillerado en Jurisprudencia por la Universidad de San Marcos, en 1651.

     De Lima regresó a La Plata a ejercer como abogado, habiéndose casado por primera vez con Francisca Jinés de Guzmán, viuda del Lcdo. Antonio Lorenzana, quien murió de Fiscal de la Audiencia de Charcas. Era hija del Cptn. Juan Jinés de Almanza, Alguacil Mayor de la Corte, y de Josefa Guzmán y Villacrés. No tuvo hijos de ella.

     El Dr. Pedro Vásquez de Velasco, Presidente de la Audiencia de La Plata, y el Cabildo de esa ciudad dirigieron el 30 de septiembre de 1660 cartas al rey, refiriendo los servicios de Larrea y pidiendo se le dé una plaza de Audiencia. En los tumultos de 1661, en La Paz, sirvió con su persona y dinero “hasta que echaron los forajidos”. También fue varias veces Juez Acompañado en muchas causas de aquella Audiencia.

     Decepcionado de que América no le daba lo que él quería, y siendo hijo de español y heredero del mayorazgo en Castro Urdiales, decidió marchar a España, para lo cual hizo información en la Audiencia de La Plata en 1661. Allá perfeccionó sus estudios en la Universidad de Salamanca y obtuvo los grados de licenciado y doctor en Derecho Civil y Canónico. Hacia 1662, movido por un interés genealógico, pasó a Asturias a reconocer los solares de sus antepasados, fue electo Alcalde del estado de hijosdalgo del Principado de Asturias. Regresó a Madrid y el 14 de mayo de 1663, luego de las pruebas pertinentes, se le puso el hábito de Caballero de la Orden de Alcántar, habiendo sido su padrino el Marqués de Falces. Declaró que era vecino del asiento de Colcha, en Perú.

     En España vivió alrededor de 10 años, residiendo en Madrid en la calle de Las Fuentes desde 1665, prestando declaraciones para varios expedientes de sudamericanos. El 66 estuvo en Quito y el 67 de nuevo en Madrid.

     Venciendo la hórrida burocracia del siglo XVII, consiguió al fin el 3 de febrero de 1670, que Gabriel Bernaldo de Quirós firmara la relación de méritos formada en la Secretaría del Real Consejo de Indias y en 1671 el rey le proveyó como Oidor de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá.

     En Santa Fe actuó como Consejero del Rey, Alcalde de Corte y Regente de la Audiencia de Santa Fe. Casó allí por segunda vez en 1675, de más de 50 años, con doña Juana Pérez Manrique y Camberos, que apenas contaba con 12 años, pues había nacido en Bogotá el 24 de junio de 1663, b. en su Catedral el 30 de marzo de 1666. En 1677, Larrea presentó sus certificaciones y títulos ante el Consejo de Indias.

     Este matrimonio permitió a los Larrea consolidar su poder colonial, pues su suegro, el Marqués don Dionisio Pérez Manrique y Lara de Siria, fue Gobernador y Capitán General de la Nueva Granada, Charcas y La Plata, es decir, uno de los más altos cargos que podían obtenerse en América. Don Dionisio fue b. en Tarazona, Aragón, el 14 de octubre de 1599 y testó en Bogotá el 7 de julio de 1678 ante Lacorín Amarillo; fue Caballero de Santiago, Consejero del Rey, primer Marqués de Santiago desde 1635, Oidor de la Audiencia de Lima. Casado primero con Teresa María de Ulloa Contreras y Zúñiga; viudo, casó segundo en Lima en 1653 con doña Juana Cambero y Hurtado de Sotomayor. Don Dionisio era hijo de Micer Lucas Pérez Manrique de Lara, b. en Tarazona el 26-X-1559 (nieto de Juan Manrique de Lara y Pimentel), Justicia Mayor del Reino de Aragón entre 1622 y 1632, y de María Ciria y Cabello (hija de Mosén de Ciria y Semuy y de María Bueno y Cabello, de INDUDABLE ORIGEN JUDÍO).

     El Cap. Juan Jinés de Almanza y su mujer habían dotado a su hija, primera mujer de Larrea, en la fabulosa suma de 60.000 pesos, cuando se casó. La dote consistió en dinero, joyas, casas y esclavos.

     La primera migración de los Larrea troncales al actual Ecuador, fue inmediatamente después de la estancia de Juan en Madrid, pues en 1666 aparece en Quito con su mujer viviendo en la calle Benalcázar, en el sitio del actual Correo, y en su parte media “al lado de los Cáceres, junto a las Cajas Reales y cerca de La Compañía”. Muerta la señora Jinés, Larrea fue su heredero universal.

     Cuando pasó a Bogotá, declara don Juan en su testamento, que en su nombre fue el padre jesuita Agustín García a tratar el enlace con la señora Manrique, él habló con la Marquesa Camberos, quien le ofreció 22.000 pesos de dote por escritura, mientras el futuro suegro le ofreció en silencio 15.000 pesos más: 10.000 en joyas y 5.000 en dinero, depositados en la Caja Real de Lima, donde tenía la renta de un censo. A la final, en lugar de los 37.000 pesos, le dieron solo 25.000, declarando que él aceptó esta rebaja “por estar muy enamorado” (ANH, Quito, Notaría 5ª 1711, testamento de Juan de Larrea). Más tarde se le hizo una segunda rebaja, quedando el dote en 18.000 pesos, incluyendo tres esclavos.

     Su hijo único nació el 76 y al año siguiente presentó en el Consejo de Indias sus certificados y títulos de la Universidad de Salamanca.

     Luego de ser regente de Santa Fe de Bogotá, se estableció definitivamente en Quito, como Oidor desde 1687. En Bogotá, las cosas no fueron mucho de su agrado, pues el Presidente Castillo de la Concha le rebajó 6.000 pesos de su salario y al salir de aquella ciudad le quedaron debiendo más de 7.000 pesos, que había prestado a varias personas para redimirlas de sus necesidades.

     Entre las funciones en Quito de las que ha quedado testimonio, tenemos algunas: en 1687, el rey ordenó la clausura de los obrajes en Quito y el Perú, por el abuso contra los indios, quienes no podían pagar los tributos, tenían crecidas deudas y abandonada la agricultura. Larrea y los otros Oidores dieron licencia a Jacinto de Arandía y José Antonio de la Carrera para mantener obrajes, pero cumpliendo las leyes en defensa del indio, que era sólo una utopía. En 1689 dio licencia para entregar pólvora para las fiestas religiosas y el mismo año autorizó al Cap. Urbán de Arredondo Agüero para establecer nueva enfermería, anexa al hospital de Cuenca.

     En 1690, contribuyó a que se enviara 4 botijas de pólvora a Barbacoas (actual Colombia) a poder de Bartolomé Estupiñán, que las necesitaba para la defensa contra los piratas. En julio del mismo año, entregaron 2 arrobas de pólvora al jesuita Francisco Vivas, que le servirían para “la pacificación de los indios de la provincia de Sucumbíos y del río Caquetá”. En octubre de 1693, la Audiencia destituyó a Bartolomé Serrano de Mora del cargo de Cobrador de tributos, por extorsionador de los indios de Alausí. Luego de este año, Larrea deja de aparecer como Oidor. Por Cédula Real dada en Aranjuez el 20-V-1692, se le jubiló como Oidor de Quito.

     En 1697, vivía arrendando en una de las esquinas de la plaza de San Francisco, en la casa grande de don Gabriel Montesdeoca (ANH, Quito, Notaría 3ª, marzo de 1697).

     Testó cerrado el 27-XI-1711 (ANH, Quito, Notaría 5ª 1711) ante Francisco Dionisio de Montenegro. Declaró ser Oidor Jubilado más antiguo, pidió ser sepultado en el Presbiterio de San Francisco, junto a la Epístola donde tenía su sepultura, pidió que le acompañara el Cabildo de la Catedral. Con dinero de su mujer compró una casa de dos pisos en la calle de La Merced “yendo de San Francisco a la Merced”, y una hacienda en Cotocollao. Era también dueño de la hacienda de Aicapicho y de Pucal en Panzaleo y junto a esta propiedad la loma de Pumamaqui, todo con el dinero de ella. No debía a nadie y anotó que su casa estaba compuesta por colgaduras, espejos, cuadros, sillas, una cuja dorada y otra torneada. Murió el 1-XII-1711, a los 88 años (Archivo de El Sagrario, Quito, Tomo 1, Defunciones).

     Fue su hijo único:

 

XXIV.- JUAN DIONISIO DE LARREA ZURBANO Y PÉREZ MANRIQUE, heredero del mayorazgo fundado en España por sus tatarabuelos, nació en Bogotá el 6-II-1676. Su partida de bautizo dice así:

     “En Santa Fee a veinthe de junio de mil seiscientos setenta y seis; yo el Doctor Dn. Onofre de Banios y Sotomayor, Certifico que en mi presencia el muy Reverendo Padre, Fray Andres de Vetancur Baptisó y puso oleo y crisma a Juan Dionisio, hijo lexitimo del Señor Don Juan de Larrea, Cavallero del orden de Alcantara; y de la señora Da. Juana Perez Manrique. Fue su padrino el Sor. Marques de Santiago, y para que conste lo firmo.

                                 Fray Andres de Vetancur.”

     Apenas a los 9 años, en 1685, se le invistió como Caballero de la Orden de Calatrava, vivió en Quito desde su niñez e hizo estudios de Derecho hasta obtener la Licenciatura. En 1695 se casó en Riobamba con María Tomasa Dávalos de Sotomayor y Larráspuru, n. en Patate en 1680, dotada de 34.000 pesos, mientras él dio 10.000 pesos en arras por su virginidad.. Poco después, se establecieron en Tunja (actual Colombia), pero el 99 ya se encontraban en Quito. Ese año, obtuvo préstamo del Cap. Gabriel de Zuleta Reales, asunto que luego olvidó, lo que le causó graves problemas más tarde. Ese mismo año, con título de Capitán, le acusó Félix de Paredes, vecino de Patate, de que Larrea le había despojado del camino para ir a su hacienda “bajándolo a la orilla del río del pueblo de Patate” (ANH, Quito, Tierras, caja 24).

     En 1704 era dueño de hacienda en Tambillo y en IX-1703 canjeó una hacienda que tenía en Patate con otra que el Cap. Domingo Pérez de la Riba tenía en Tambillo. En I-1705, Pérez denunció ante la Audiencia que Larrea y su cuñado Nicolás Dávalos le obstaculizaron las moliendas del trapiche y le quitaban el agua que iba a los cañaverales, por lo que las autoridades ordenaron que los Alguaciles Mayores de Riobamba y Ambato se trasladen a Patate y hagan justicia.

     En 1708 “le pusieron una niña a sus puertas”, que él hizo criar por Rosalía Zúñiga (Archivo de El Sagrario, Quito, Bautismos 1708). En enero de 1709 era Alcalde Ordinario de Quito.

     En 1713 estuvo en España, y al emprender el viaje antes de 1711, su madre le había entregado 12.000 pesos. Ya para 1714 se encontraba de vuelta, pues el 26 de septiembre su mujer adquirió de doña María Rivas la hacienda de Pusuquí, entre Cotocollao y Pomasqui, y que a su vez Rivas había adquirido de Nicolás Plaza de Cepeda. Por aquella deuda con Zuleta, esta hacienda se remató en Cotocollao en IX-1727, perdiendo Larrea 7.200 pesos.

     Desde 1715 fue Oidor de la Audiencia y durante mucho tiempo en compañía del Fiscal Olais, controló la cobranza de los tributos indígenas, en vista de las atrocidades que cometían los Corregidores, quienes recaudaban impuestos hasta por los indios ausentes y muertos. En VIII-1716 ordenó que el Corregidor de Loja no permita que el Teniente y los Alcaldes pidan obsequios y obliguen a los indios de Gusaviña y de Paccha a trabajar en las minas de Zaruma sin pagarles salario.

     En Quito, fue también Consejero del Rey, Alcalde de Corte de la Audiencia y en 1725 se opuso a los abusos de su consuegro, Gaspar de Santa Coloma, Corregidor de la ciudad.

     En IX-1736, obtuvo que el monarca por Cédula Real le diera una recomendación por ser descendiente de Andrés de Camberos. El 39 fue miembro del Cabildo de Guayaquil y el 28-III-1741, con su hija María Juana, vendieron a José Muñoz de Saravia una propiedad ante el escribano Arostegui.

     Ya en 1708 tenía su casa en Qutio, en la calle de La Compañía (actual esquina nor-occidental entre García Moreno y Bolívar), frente al clérigo Francisco Chegoyen, diagonal a los Ontaneda (ANH, Quito, Notaría 1ª 1708). Testó en Quito el 19-I-1748 (ANH, Quito, Notaría 5ª 1748), declarando que tenía hacienda en Cotocollao; pidió ser sepultado en la iglesia de San Diego, delante de la puerta de la Capilla del Tránsito de Nuestra Señora, en el hueco entre una y otra pared. Vivió cerca de 75 años.

     El 8-VI-1750 vendió a don Pedro y a don Diego Necolalde, dos haciendas en Nanegal, llamadas Enagua y Uchinagua (ANH, Quito, Notaría 5ª 1750).

     Lo más interesante de don Juan Dionisio es que, manteniendo la misma vocación genealógica de su padre, dejó escrita la historia genealógica tanto de sus ascendientes como de los de su esposa. De los tres tomos que escribiera, por fortuna, dos se conservan en Quito. Incluso escribió un opúsculo sobre la ascendencia de su yerno, el español Fernando Tinajero de la Escalera, titulado “Genealogía de la Casa de Tinajero de la Escalera”.

     Doña Tomasa Dávalos testó en Quito, cerrado el 12-II-1751, a los 71 años ante José Enríquez de Osorio.

     Fueron los Larrea Zurbano Dávalos:

          1.- Francisco Javier de Larrea Zurbano y Dávalos, n. en Tunja (actual Colombia) en 1697, b. como Francisco Javier Gregorio. Criado desde muy pequeño en Quito, apenas a los 21 años fue Teniente de Corregidor de Ambato, en 1718, Corregidor de Riobamba de 1720 a 1727. Casó primero en esa ciudad el 20-IV-1727con Victoria León y Villavicencio, quien murió de parto en Riobamba en IX-1728. Casó segundo el 29-V-1730 con Polonia Santa Coloma y Gondra. Los dos hijos que tuvo de sus dos matrimonios murieron solteros.

Este es el Francisco Javier que tanto nombramos como genealogista. Llegó a ser General.

          2.- Fernando de Jesús Larrea y Dávalos, n. en Quito en 1699 y murió en Cali el 3-XI-1773. Se bachilleró en 1718, luego siguió Teología y se graduó de Doctor en Artes y Teología en 1725. Más tarde entró de franciscano, figurando como canonista, escritor y catedrático, siendo autor del popular “Dulce Jesús Mío”, que hizo imprimir en su época. Fue lector jubilado en 1737, Definidor el 47, Comisario Primero de todas la Misiones Franciscanas, primer Guardián del Convento el 68, en cuya época se concluyó la iglesia de San Diego. Fundador de los Colegios Franciscanos de Misiones en Pomasqui, Popayán y Cali.

          3.- José Javier de Larrea Zurbano y Dávalos, que sigue la línea.

          4.- Pedro Ignacio de Larrea Zurbano y Dávalos, n. en Quito 15-X-1704. Casó el 29-V-1730 con Catalina Clemencia de Santa Coloma y Gondra. Llegó a ser General. Fueron hijos:

                 4.1.- Cap. Francisco María Larrea y Santa Coloma, b. en Quito 5-X-1731. Casó 24-VI-1758 con Josefa Yerovi Freire, heredera del mayorazgo de los Freire Ormaza en Cochasquí

                 4.2.- María Rosa Rafaela Larrea y Santa Coloma, b. en Quito 24-X-1733. Primero formó familia sin desposarse con el Presidente de la Aundiencia, don Juan Pío Montúfar y Frasso, Marqués de Selva Alegre, legitimando su unión luego de cuatro años de convivencia y cuando ya habían procreado cuatro hijos. De su descendencia trataremos en una entrega posterior.

                4.3.- Cap. Manuel Larrea y Santa Coloma, n. en Quito 28-V-1739, b. el 30 y siendo apadrinado por el Presidente José Araujo y Río y por su mujer Rosa Larrea y Reaño. Casó por 1770 con doña María Jijón y Chiriboga, que trajo de dote 6.000 pesos. Su hija Teresa Larrea Jijón, n. en Otavalo por 1777 y muerta en Quito en IV-1855, casó el 19-VI-1855 con don Felipe Carcelén y Sánchez de Orellana, VII Marqués de Solanda y V Marqués de Villarrocha, siendo suegros del Mariscal Antonio José de Sucre.

          5.- María Larrea Zurbano y Dávalos, n. en Quito el 7-VIII-1706 y b. el 15-I-1707 con los nombres de María Juana Lorenza Reymunda. Casó en Quito el 12-XI-1719, a los 13 años, con el Gral. Fernando Justo Tinajero de la Escalera y Trujillo, n. en Sevilla y que contaba con 38 años. Fue dotada de 30.000 pesos, mientras él pudo aportar sólo 4.000 pesos. Tinajero fue marino en España y pasó a América en 1713, en compañía del Virrey de Santuobuono a Lima. Luego de haber procreado un solo hijo, nacido a los 9 años de matrimonio, la señora Larrea, a los 34 años, se sintió poseída de un alto misticismo y, con la licencia de su marido, tomó el hábito de concepta, con el nombre de Sor Mariana de San Joaquín, profesando el 23-V-1741. Sin embargo, dejó el convento, regresó con su marido y en 1752 hicieron “vida de castidad sin separarse de cama”. Un año más tarde, a don Fernando se le pegó la cosa: Tenía 73 años, dejó de hacer vida social y se maceraba con silicios y disciplinas. Poco antes de morir, con licencia de su mujer, profesó como franciscano, siendo enterrado en la iglesia de San Diego.

La pareja fue primero vecina del Sagrario y desde V-1728 de Santa Bárbara, pues compraron casa de dos pisos diagonal a la iglesia a Antonio Aldaz (ANH, Quito, Notaría 1ª 1728). Allí, el 36 poseían 10 esclavos y don Fernando era vendedor de perlas.

Fue su hijo único:

                 5.1.- Cap. Joaquín Tinajero y Larrea, n. en Quito 6-V-1728. Fue colegial del San Fernando en 1744. Dueño de las haciendas de Tambillo y de Cuturibí en Latacunga. Murió 24-IX-1790, a los 62 años, y se sepultó en La Merced. Casó en 1746 con doña Felipa Guerrero y Santa Coloma, de la familia de los Condes de Selva Florida. Padres, entre otros, de:

                        5.1.1.- Joaquín Tinajero y Guerrero, n. en Quito en 1757 y murió allí en 1823. Fue vecino de Quito, Pujilí e Ibarra. Remató cuatro haciendas de los jesuitas en Cotopaxi: La Provincia, Tigua, Cocha y Collas., pero no pagó estos valores (ANH, Quito, Temporalidades, siglo XVIII). En 1790 heredó Cutiribí a su padre y fue dueño de Patoa, Naxiche e Irubí. Fue miembro de la Escuela de la Concordia, Regidor Perpetuo de Quito, dueño de alambique en Ambato, neutral durante la Independencia y dejó fama de gran carácter, pues cuando Bolívar tocó de paso en Naxiche, Tinajero se hallaba rezando con su familia y mandó a decir al Libertador que le esperara hasta que concluya; este quedó gratamente halagado, pues estaba acostumbrado al servilismo. Fue Corregidor de Otavalo. Casó en Pujilí en 1807 con Carmen Llona Rivera, n. en Guayaquil (hija de vasco), entre otros, fueron padres de:

                                5.1.1.1.- Tomasa Tinajero y Llona, n. en Pujilí. Formó familia sin desposarse, con su primo tercero don Modesto Larrea y Carrión, II Marqués de San José, de quien se tratará luego.

 

XXV.- JOSÉ DE LARREA ZURBANO Y DÁVALOS, n. en el pueblo de Alóag, al sur de Quito, el 27-VII-1702. Desde muy joven se estableció en Riobamba, donde casó el 24-IV-1724 con Teresa de León y Villavicencio, n. en Riobamba en 1708 y m. en Guano en 1783 (hija del Cp. y Maestre don Bernardo de León y Chiriboga, mayorazgo, y de doña Antonia Villavicencio y Torres, tía carnal del primer Conde del Real Agrado). Esta señora dio poder para testar a sus hijos Juan Manuel y Pedro Lucas el 22-VII-1783, ellos testaron en su nombre el 6-XI de ese año, declarando que su madre había sido dueña de las haciendas de: Pantús (en San Luís), Nausam y Bacucún, ambas en Sibambe, el latifundio de Chuquipoguio en Calpi, el obraje del pueblo de San Andrés, Chugllín en Chambo, Tunga en Patate, dos estancias, cuatro potreros y un molino. Así pues, con una decena de propiedades, la situación económica estaba más que consolidada. La señora León tenía en su ascendencia notorios contrastes: desde Santo Domingo de Guzmán, pasando por una buena cantidad de hidalgos, judíos y conquistadores de Indias.

     Don José residió por temporadas en Chimbo. Fue vecino de Riobamba y otorgó allí testamento cerrado ante José Mejía el 31-V-1757. Fueron sus hijos:

          1.- Dr. Juan Manuel Larrea y León, b. en Riobamba 31-I-1725. Cura de Chambo en 1757. Fue uno de los hermanos a quien su madre dio poder en 1783. Formó familia en Riobamba con su pariente doña Francisca Yépez y León, hija del Cp. Tomás Javier de Yépez y Garcés, n. en Ibarra, y de María León y Velasco, n. de Riobamba. El Cp. Yépez era sobrino bisnieto de Santa Mariana de Jesús y descendiente por otro lado de doña Isabel Ibacache, Cacica del valle de Caranqui en el siglo XVI. Fueron sus hijos:

                 1.1.- José Manuel Larrea y Yépez, n. en Chambo por 1757. Fue llevado a Quito y expuesto a las puertas de los Marqueses de Miraflores, don Mariano Flores y Jiménez y doña Margarita Carrión y Vaca, quienes lo adoptaron como hijo propio, dándole una educación completa, por está razón firmó José Manuel Flores. Fue Doctor en Derecho Civil y Canónico, optó por el eclesiástico, llegó a ser tesorero de la Catedral de Quito, Gobernador del Obispado en sede vacante, Rector del Colegio de San Luís, Tesorero de la Universidad de Santo Tomás y su rector de 1810 al 13, Miembro de la Segunda Junta de Gobierno y Capellán de las Monjas Conceptas en 1823. Testó en ese año y murió en Quito el 4-VII-1827, a los 70 años.

                 1.2.- Manuel Larrea y Yépez, n. en Chambo por 1759. Casó con una señora Feijoo, sin sucesión.

                 1.3.- Celedonia Larrea y Yépez, n. en Chambo por 1761. Monja clarisa.

                 1.4.- José María Larrea y Gárate, usó este segundo apellido en agradecimiento a la persona que lo crió. N. en Chambo hacia 1766 y ya difunto para III-1806. Había casado en 1791 con su pariente Narcisa Freire Carrasco, n. en Ibarra, hija de Julián Francisco Freire de Andrade y Mera y de Agustina Carrasco y Yépez. Con sucesión: Larrea Montesdeoca, Pontón Larrea, Moncayo Larrea, León Larrea, Larrea Valencia, Larrea Vergara, Freire Larrea, etc.

          2.- Gral. José Manuel Larrea y León, b. en Riobamba 9-II-1728, dio poder para testar en Guano el 29-VIII-1768 ante José Mejía y al parecer hizo otro testamento el 11-III del mismo año ante Lucas Sánchez Rodríguez. Casó en Riobamba el 24-I-1756 con su pariente Rosa Villavicencio y Guerrero, n. en Quito en 1733 y ya difunta en 1784 (hija del primer Conde del Real Agrado, Gral. José Anselmo Villavicencio y Maldonado). Fue propietario en Gatazo y ofreció a los jesuitas algunos miles de pesos con el objeto de que funden una residencia y escuela primaria en Guano y establecieran colegio en Riobamba.

En Quito en 1758, su tío abuelo, el cura José Dávalos, le dio un empréstito de 8.000 pesos con el objeto de que impulsara el desarrollo agrícola y ganadero en el trapiche de Tunga en Patate y en las haciendas de Chugllín y hato de Titaicún, ambas situadas en Chambo y avaluadas en 17.000 pesos. En el mismo acto, Larrea reclamó 2.000 pesos de poder del Rector de los jesuitas pidiendo los derechos de doña Juana Camberos, Marquesa de Santiago, quien no había pagado esa cantidad a Juan Dionisio de Larrea, abuelo del otorgante.

El 1759, el Virrey de Santa Fe le designo Corregidor y Recaudador de Tributos del asiento de Chimbo, en reemplazo del Gral. Francisco Carbonel, muerto el 24-VIII de ese año. El padre de Larrea ofreció 8.000 pesos en garantía por la recaudación anual de tributos, que en 7 años cubrían 7.500 pesos.

Fue también Corregidor de Riobamba. En el plano de esta villa, representado antes del terremoto de 1797, aparece que los Larrea tenían dos propiedades urbanas: Una casa que daba a la plazoleta de la iglesia de la Compañía, en la calle principal de entrada a la población y apenas a una cuadra de la Plaza Mayor; y, además, un molino a la salida occidental de la población junto al río.

Fue también Maestre de Campo y Alcalde Ordinario en Ibarra. En 1767, arrendó la encomienda de San Andrés y Cubijíes en 3.375 pesos y por el tiempo de 5 años, otorgando de garantía sus propiedades en Gatazo. Vivió apenas 40 años. Al morir nombró albacea a su hermano Bernardo.

Fueron los Larrea Villavicencio.

                 2.1.- Juan Antonio Larrea Villavicencio, que forma la rama de Cuenca y Zaruma.

                 2.2.- Dr. Domingo Larrea Villavicencio, n. por 1757, testó en Quito el 21-XI-1803 ante Hidalgo y murió 25-I-1804. Fue cura de Cayambe entre 1780 y 1803 y Capellán. En su testamento reconoció como hijo a Mariano Larrea, que forma la línea de su familia en Guayaquil.

                 2.3.- Bernardo Larrea y Villavicencio, n. en 1758. Fue cuarto Conde del Real Agrado. En 1786 era clérigo de menores órdenes y familiar del Obispo Sobrino y Minayo. Poco después dejó esa carrera, pues se presentó en 1792 al Virrey del Perú, Francisco Gil, pidiéndole ser admitido en los ensayos dosimásticos a los experimentos de amalgación que se hacía a diario en el laboratorio químico metalúrgico de Lima. Enseguida se dedicó al laboreo de minas, siendo de 1792 al 94 discípulo del sabio mineralogista Barón de Nordenflicht. En esa época descubrió una mina de azogue en Tarma, Perú, y desempeño varias comisiones en las minas de las provincias de Huarochirí y de Huaylas.

En 1807, casi cincuentón, pasó a España para obtener beneficios, pero en su lugar pasó muchos sinsabores. En 1818 pusieron en sus manos un expediente sobre las minas de plata de Guadalcanal; desaguando el venero de Santa Victoria, ensayó sus minerales, pero tuvo que abandonar el trabajo porque la Compañía de Navegación del Guadalquivir fue retirada de sus concesiones. Luego, el Ayuntamiento de Guadalcanal le entregó las llaves de dos establecimientos y la Dirección de Crédito Público acordó abonarle un sueldo de 1.000 reales de vellón al mes. La Junta de Sevilla en 1826 le juzgó digno de continuar en su destino de comisionado para el reconocimiento de las minas de plata de Guadalcanal. Ya con ingresos, pudo convertirse en accionista de una compañía particular para esa explotación y que se hizo cargo de las minas de plata. Esta misma sociedad le nombró Director de todos los trabajos y constructor facultativo de máquinas e instrumentos.

Por la muerte trágica de su primo hermano, don Antonio Villavicencio, III Conde del Real Agrado, revalidó en España el título, convirtiéndose en el cuarto Conde. Para 1830, cuando tenía más de 70 años, estaba sin empleo y ya había renunciado al título.

Había casado en España, donde se sabe que dejó una hija.

                 2.4.- Josefa Teresa Larrea y Villavicencio, n. en Calpi el 12-XI-1750, b. allí el día 23. Casó en 1775 con su primo segundo Juan Pío Montúfar y Larrea, segundo Marqués de Selva Alegre, siendo vecinos de Quito. Ella dio poder para testar el 21-IV-1790 a su tío segundo Joaquín Tinajero y Larrea, y murió 2 días más tarde, siendo sepultada en la iglesia de La Merced.

                 2.5.- JUAN LARREA Y VILLAVICENCIO, b. en Riobamba el 27-XII-1759, con los nombres de Juan José Clemente. Huérfano de padre a los 9 años, quedó a cargo de su tío Bernardo Larrea, quien lo envió a España, donde Juan desarrolló una tipología de carácter psicopático; allí fue primero cadete abandera y luego oficial del Regimiento de Infantería de Extremadura, en el destacamento que estaba de guarnición en La Plata. El viaje fue en 1774, bajo curatela de su tío materno, Manuel. En 1784, al producirse la muerte de su abuela Tomasa Guerrero y Ontañón (sobrina del Conde de las Lagunas, Nicolás Ontañón y Romo de Córdova), quien debía muchos miles de patacones a la testamentaría de don José Manuel de Larrea, varios hermanos de Juan (Javier, José y la viuda de Antonio), le dieron poder para que gestionara el pago en Quito, de manos de su albacea Juan Antonio Chiriboga. A poco, pasó todos estos poderes a su cuñado Montúfar, a que consiguiera el objetivo del nuevo albacea, Dr. Melchor Ribadeneira.

En 1787 aparece como administrador de la fábrica de aguardientes de Riobamba y a poco debió haber viajado a España. Obtuvo el cargo de Comisario de Guerra y en 1789 estaba provisto como Ministro Contador de las Cajas del Cuzco.

Ese mismo año, 1789, a sus 30 años, marcó un hito importante en su vida: Presentó sus papeles a que se le confiriera la dignidad de Caballero Supernumerario de la Orden de Carlos III. Pero lo curioso del caso es que EL ÚNICO DOCUMENTO VERÍDICO que presentó fue su partida de bautismo, obtenida en Riobamba. El resto del VOLUMINOSO EXPEDIENTE, 600 páginas, es sencillamente FALSO. Conocedor de que el apellido Larrea era muy común en Bilbao y el Villavicencio de su madre común en Jerez de la Frontera, hizo buscar partidas en esos lugares, que correspondieran a los muy comunes de sus padres y, efectivamente, en Bilbao halló el bautismo en 1709 de un Juan Larrea León, y en Jerez halló el bautismo en 1736 de una María Antonia Villavicencio Villavicencio, a la que hizo pasar como madre del aspirante. Se siguió buscando partidas de los antecesores de estos señores y así se armó el árbol genealógico, CON ANTEPASADOS FALSOS.

Sin ninguna ética y buscando el logro de la vanidad a cualquier precio, Juan consiguió la ansiada investidura. No cabe duda que le picaba la fibra genealógica de su tío abuelo Francisco Javier Larrea y de otros señores más, al igual que el afán que antes fue fabulatorio y deformizante, se convirtió en francamente patógeno. Quiera Dios que casos como estos ya no se repitan entre los que buscan antepasados (En nuestras investigaciones por Internet, vemos que esto es más recurrente de lo que pensamos. Nota de Mauricio AD).

A su regreso a América, antes de posesionarse en su cargo en el Cuzco, debió primero haber estado en Quito, pues en 1790 se le nombró miembro de la Escuela de la Concordia. En el Perú desempeñó su cargo de Contador Oficial Real de las Cajas del Cuzco, donde vivió alrededor de 5 años, y casó con Eulalia de la Cámara y Mollinedo, hija del Gral. Marcos de la Cámara,  Corregidor de Urubamba, Tinta y Calca, y de María Ambrosia Mollinedo y Villavicencio. Algo grave debió haber ocurrido después, ya que este matrimonio fue anulado y la señora casó en segundas nupcias con el Dr. Pedro Antonio de Cernadas y Bermúdez de Castro, teniendo una hija única, Francisca de Cernadas y Cámara, quien vivió en Quito durante el segundo gobierno de Flores, con su esposo el Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana.

Dejando a sus dos hijos en el Perú, Larrea regresó a Quito, donde figuró como literato, poeta, naturalista y economista. Ya en 1794 aparece rindiendo una declaración eclesiástica en Quito. Allí poseyó dos casas: Una de ellas destinada exclusivamente para banquetes, era junto al Palacio del Obispo, en la Plaza Mayor. En 1791 había penetrado en Malbucho y recorrido los ríos Esmeraldas y Santiago. En 1808, el Presidente de la Audiencia le nombró Corregidor de Ambato.

Metido en los planes libertarios, asistió a la reunión patriota de diciembre de 1808 en la hacienda Chillo, propiedad de su cuñado Juan Pío Montúfar. El clásico 10 de Agosto de FUE NOMBRADO MINISTRO DE HACIENDA, de la Junta de Gobierno. Al reinstaurarse el Régimen Español, fue tomado preso y fugó del cuartel, sin duda merced a sus influjos de familia, logrando así salvarse del asesinato del 2 de agosto.

En 1812 era dueño de la hacienda San Juan en Latacunga, año y sitio en que formó familia sin desposarse con doña Juliana Lazo. En Quito, en noviembre, participo en la defensa de Quito en contra del general Montes.

Varios años se nos pierde su figura y reaparece el 16-VI-1822, dando en Quito un baile en homenaje al Libertador, en aquella casa de la Plaza Mayor, en el que Bolívar conoció a la que habría de ser su compañera durante ocho años: Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador.

En 1823 fue miembro de número de la Sociedad Económica de Quito y murió en 1824, a los 65 años.

Fueron sus hijos:

                       2.5.1.- Mercedes Larrea y Cámara, n. en el Cuzco por 1791. Casó con el Mariscal de Campo Juan Tena.

                        2.5.2.- Gral. Juan José Larrea y Cámara, n. en el Cuzco por 1793. Fue Ministro de Estado en el Perú, Prefecto del Cuzco y Comendador de la Legión de Honor Nacional del Perú. Casó primero con Juliana Mendoza y Beingolea y segundo con Manuela Farfán de los Godos. Con sucesión: Larrea Rueda, Rozas Larrea, Larrea González, Zegarra Larrea, Caparó Larrea, etc.

                        2.5.3.- María Juana Rosa Larrea y Lazo, n. en Quito 2-I-1813, b. en San Sebastián al día siguiente.

                 2.6.- Gabriel Larrea Villavicencio, n. por 1761. Murió niño.

                 2.7.- Pedro Larrea Villavicencio, n. por 1762. Murió niño.

                 2.8.- María Tomasa Larrea Villavicencio, b. en Guaranda 11-I-1763. Murió niña.

                 2.9.- Manuela Tomasa, gemela de la anterior. Murió niña.

                 2.10.- Cap. Francisco Javier Larrea y Villavicencio, b. en Guaranda el 21-XII-1763, con los nombres de Francisco Javier José Anacleto. Se estableció en Riobamba, donde fue Administrador Provisional de Tabacos en 1801, Alcalde Primero en 1805. Testó 12-VII-1813, habiéndose casado un mes antes “in articulo mortis”. Sobrevivió al testamento, pues en 1822 fue anfitrión de Bolívar en Riobamba y acompañó a este en su visita al Chimborazo.

Casó primero a los 20 años con Josefa Egüez y Moncayo, quien murió en el terremoto del 6-II-1797, con dos de sus hijos, habiendo los otros dos hijos que tuvieron muerto en temprana edad. Casó segundo en Riobamba el 6-VI-1813, con Teresa Herrera Cevallos, legitimando dos hijos. Fue padre de:

                        2.10.1.- Manuel Antonio Marcos Larrea Egüez, b. en Riobamba 21-IV-1784. Murió niño.

                        2.10.2.- Otros tres Larrea Egüez, todos muertos en la niñez.

                        2.10.3.- Juan Larrea y Herrera, n. en Riobamba por 1801, legitimado en 1813.

          2.11.- José Juan Francisco de Sales Larrea Villavicencio, n. en 1764. Forma la rama de los Larrea de Licto.

     3.- Dr. Bernardo Larrea y León, b. en Riobamba 15-III-1729. Se graduó de abogado en 1750, a los 21 años, doctor en Derecho Civil y Canónico, era aun seglar en 1757. Luego, entró de clérigo, siendo párroco de Tixán en 1774 y cura en Guayaquil desde 1775 hasta su muerte en 1776, a los 47 años.

          4.- Francisca Tomasa Teresa Larrea León, n. en Riobamba 18-IX-1732. Murió niña.

          5.- Joaquín Miguel Larrea León, b. Riobamba 13-I-1734. Murió niño.

          6.- Ramón Larrea y León, con amplia descendencia en Quito.

          7.- Pedro Lucas Larrea y León, que forma la línea de Chambo.

          8.- Gregorio Francisco Larrea y León, que sigue la línea.

          9.- Padre Ambrosio Larrea y León, b. en Riobamba 7-XII-1742 como Ambrosio Nicolás. En 1757 era estudiante del Seminario de San Luís en Quito, luego entró de jesuita y siendo novicio de 25 años, fue desterrado con su Orden a Italia, donde escribió en prosa y verso, viviendo en Rávena y Roma.

          10.- Padre Joaquín Larrea y León, b. en Riobamba 31-X-1744 con los nombres de Joaquín Andrés. Estudió en el Seminario de San Luís y luego entro de jesuita pasando a Italia con su Orden en 1767. También escribió en verso y prosa. En una época, él y su hermano vivieron en Verona, en la casa de la familia Liorfi, de cuyos hijos era profesor, con sueldo de 60 pesos anuales. En 1783 residía en Rávena.

          11.- Tomás Gregorio José Larrea León, murió niño.

          12.- Pablo Manuel María Larrea León, murió célibe a los 18 años.

          13.- Luís Ignacio Hipólito Larrea León, murió niño.

 

     Poco a poco los Larrea habían consolidado su poder social en la Audiencia: Primero en 1756, el ligamento político con los Condes del Real Agrado; muy poco después, una alianza directa con los Marqueses de Selva Alegre y, por último, en 1803 otro tipo de alianza directa con los Marqueses de Solanda y Villarrocha. Pero, antes de que estos lograran fusionarse con el general Sucre, líder de la nueva estructura independentista, los Larrea obtendrían en 1815 el título de Marqueses de San José, reafirmando así, en las penumbras de la Colonia, su ya trascendente poder. La rama directa que provino de este último foco constituyó uno de los grupos terratenientes más poderosos del Ecuador en toda su historia republicana y, de alguna manera, su poder ha supervivido hasta estos mismos días.

 

XXVI.- GREGORIO LARREA Y LEÓN, n. en Riobamba 1-XI-1740, b. 8-IX-1743. El golpe económico más certero que posiblemente han dado los Larrea en cuatro siglos, lo dio don Gregorio. En efecto, más que títulos buscó horizontes económicos muy claros, y para ello se casó a los 20 años en Quito, en la iglesia de Santa Bárbara, el 19-V-1760 con doña Antonia Jijón y Chiriboga, su prima segunda, hija del Gral. Manuel Jijón y León (primo hermano de los León Villavicencio) y de su mujer Tomasa Chiriboga y Bastarrechea. Para 1760, los Jijón se encontraban apenas 60 años en la Audiencia. Su tronco, el Gral. Cristóbal de Jijón y Oronoz, empezó por ser un mediano terrateniente, pero su hijo Miguel Jijón y León, hombre no sólo de basta cultura y alto miembro de la Masonería, sino con una visión económica de primera, empujó la industria obrajera en Peguche, levantó gran fortuna, ayudó a sus hermanos y luego viajó a España, figurando como colonizador en Málaga y obteniendo a fin de siglo el título de primer Conde de Casa Jijón.

     Hasta 1763 se encuentra a los Larrea Jijón en Quito, residiendo en el Sagrario, pero luego marcharon a Ibarra, para luego regresar a Quito ya en 1779 y, finalmente, retornar al norte. Don Gregorio fue Regidor de Ibarra en 1787, Procurador de ese Cabildo, miembro de la célebre Escuela de la Concordia en 1790 y Alcalde Ordinario de Ibarra en 1806 y Alcalde Provincial en 1796.

     En lo económico, ya en 1778 estuvo por comprar la hacienda de San Buenaventura en Urcuquí al mayorazgo Francisco Villacís. En 1791, en Otavalo su tío político Miguel Jijón le cedió las casas que poseía en Quito. En 1802, cuando murió su suegro dejó las haciendas de Coñaquí Grande y Chiquito, Hospital, Peribuela, Peguche, San Vicente, Quinchuquí y Tambugán, avaluadas en cerca de  140.000 pesos, pero cuyo valor real era de 59.000 pesos, pues estaban acensuadas en 74.000 pesos de deudas. Don Gregorio debía a esta testamentaría 612 pesos y su mujer, doña Antonia, heredó 1.959 pesos de contado y la hacienda Hospital, avaluada en cerca de 13.000 pesos; además, doña Antonia había satisfecho a los acreedores de la testamentaría más de 14.000 pesos.

     Ya en vida, el general Jijón había donado a su hija ya su yerno las haciendas de San José y de Pisangacho. A poco de su muerte, don Joaquín Jijón y Chiriboga entregó a su hermana Antonia, por voluntad de su padre, la citada hacienda del Hospital.

     Aparte de estas tres propiedades, la pareja había levantado una de las más altas fortunas de la Audiencia en base a su propia perspectiva. En efecto, el testamento de la señora Jijón, otorgado en la hacienda Peguche el 14-IV-1800, declaró que poseía 15 haciendas, 3 hatos, dos estancias, un obraje, además de tierras en Pucará. Las haciendas eran: San Buenaventura, Pisangacho, Conraquí, Quitumba Grande, Quitumba-Molino, Pisangacho Grande, Pitura, San José, Hospital, San Francisco, Cabuyal, Gualaví, Chorlaví, Cotama y Peribuela.

     Lo curioso es que don Gregorio no había adquirido estas propiedades de las que habían sido de los jesuitas, ya que en base a los 90 latifundios que éstos dejaron es que se formaron las nuevas y grandes fortunas de la Audiencia. La única que fue de los jesuitas, Chorlaví, había sido rematada por Carlos Vélez de Álava en 7.000 pesos y, al no poderla pagar, la vendió más tarde a Larrea. La hacienda Peribuela, avaluada en más de 30.000 pesos, la adquirieron de poder de su cuñado, el clérigo Dr. José de Jijón Chiriboga. San José y Pisangacho las había comprado al cura Pedro de la Carrera y eran de la testamentaría de don José de Grijalva. El 8-XI-1780 había rematado en Ibarra la casa de don José Grijalva a una y media cuadra de la Plaza.

     No hemos podido establecer cómo don Gregorio llegó a adquirir tan portentosa fortuna. El caso es que, económicamente, había llegado al clímax.

     Don Gregorio dio poder para testar en la hacienda Peguche y murió a los 70 años, el 13-XII-1810. Sus poderantes otorgaron el testamento el 3-I-1811.

     Se había velado con su esposa en la iglesia del Sagrario el 24-VII-1761. La señora, ya viuda, compró en Otavalo en 1811 la hacienda Anrabuelagato. Fueron hijos:

          1.- María Francisca Larrea Jijón, b. en El Sagrario de Quito 17-IX-1763. Murió niña.

          2.- Comandante José Larrea y Jijón, n. en Ibarra por 1766. Estudió en el Colegio de Nobles Americanos en Madrid. Fue Capitán de Dragones del Regimiento de Quito.

Dotado de espíritu aventurero, estaba residiendo en Popayán en 1798; obtuvo pasaporte para viajar a España en agosto de 1799. Establecido allí, hizo en 1808 toda la campaña contra Napoleón, como Ayudante de Campo del General Castaños. En 1813 fue Diputado a las Cortes de Cadiz y litigó en este año por la posesión del Condado de Casa Jijón, en herencia a su tío abuelo, don Miguel de Jijón y León. El 3-IV-1823, cedió toda su herencia a su hermano Manuel. Regresaba a la Patria cuando le sorprendió la muerte en el mar, ya cerca de Guayaquil. Murió soltero.

          3.- Joaquín Larrea Jijón, b. en Ibarra 6-XI-1769. Murió niño.

          4.- Manuel Antonio Larrea Jijón, que sigue la línea.

          5.- Mariana, n. en Ibarra por 1775. Profesó como monja concepta en Quito.

          6.- María Teresa del Carme, b. en El Sagrario de Quito 18-VII-1779. Murió niña.

 

XXVII.- General MANUEL LARREA Y JIJÓN, b. en Ibarra 9-II-1772. Al igual que su hermano José, sus padres lo enviaron a España e hizo estudios en el Colegio de Nobles de Sevilla. Regresó al Ecuador hacia 1795 y se casó 1-I-1797 con doña Rosa Carrión y Velasco, n. en Quito en 1777, quien fue dotada de 9.022 pesos dos días antes de la boda, que se celebró en la iglesia de Santa Bárbara. Era hija del Dr. Nicolás Carrión y Vaca, n. en Loja, y de María Velasco y Vallejo, n. en Riobamba, hija a su vez de Félix Velasco y Pérez de Villamar y de doña Clara Vallejo y Sarmiento de Villandrando. Doña Rosa quedó huérfana a muy temprana edad y fue criada por sus tíos, los Marqueses de Miraflores, siendo considerada como hija suya.

     La fortuna de Larrea era tan grande que, al casarse, sobrepasaba los 40.000 pesos y a su novia dio en arras por su virginidad la suma de 4.000 pesos. El dote de ella invirtió en comprar la hacienda Mulinliví en Cotopaxi.

     En 1797 aparece ya como dueño de la hacienda San José de Urcuquí. En 1798 fue Alcalde Segundo de Quito y en la primera década del siglo XIX estuvo establecido en Ibarra, donde fue Alcalde Ordinario.

     Se le eligio VOCAL DE LA JUNTA DE GOBIERNO DEL 10 DE AGOSTO DE 1809, sin que esto signifique que haya tenido por entonces ideas revolucionarias. Efectivamente, Larrea y su pariente Montúfar fueron los gestores de la contrarrevolución, según declaró Larrea en estas palabras:

          “Con el mismo señor Oidor Juez Comisionado, don Felipe Fuertes y Amar, tuvo una conversación larga, en la que llorando él y también el declarante, le manifestó su modo de pensar... Así es que, tomando un nuevo espíritu, trató de la reposición del legítimo gobierno con tal tenacidad y empeño que no dejó medio alguno para conseguirlo, pero, por desgracia, sin aquel fruto que deseaba: Es verdad que esto, quien lo promovió primero, fue el Marqués de Selva Alegre, pues según se acuerda, a pocos días de la revolución lo llamó primero que a nadie y llevándolo a un cuarto que estaba en el traspatio de su casa, le habló con expresiones las más vehementes, encargándole mucho el secreto sobre la reposición del señor Presidente.”

     Y luego de referir que Morales y Quiroga se oponían a la contrarrevolución, se expresa así:

          “Desde el momento que lo supieron (que quería hacerse la contrarrevolución) empezó tal fermento entre ellos, tal fermento en lo que llamaban pueblo, tales amenazas y riesgos bien constantes en toda la ciudad. Desengañado de que ya no podía sacar partido y para evitar al mismo tiempo los riesgos que le amenazaban, tuvo a bien retirarse al campo, de donde, con un escrito muy sumiso, pedía que se le admitiese la renuncia que hacía, la que al momento se despachó, conforme a sus deseos. Que pasó a ver al señor Presidente Ruiz de Castilla y le dijo los riesgos que tenía su persona, lo mucho que deseaba se alejase de las cercanías de Quito, que lo llevaría a alguna de sus haciendas... pensó últimamente que si le parecía a su Excelencia, iría al partido de Otavalo e Ibarra a reclutar la gente que pudiese resistir por ese lado a cualquier disposición de los que pensaban de distinto modo que el declarante... Que se puso un papel en que se pedía la restitución del señor Presidente con las firmas del Marqués de Selva Alegre y de todos los Vocales y que Morales y Quiroga lo contradijeron bajo sus firmas y que no obstante que podía prevalecer la pluralidad de votos, los dos dichos hicieron que no tenga efecto el de todos”.

     A pesar de su ideología y por su alto poder social, fue de nuevo llamado para integrar la Junta de Gobierno de 1810.

     Ese mismo año, su mujer, doña Rosa Carrión, se convirtió en heredera universal de sus padres adoptivos, los Marqueses de Miraflores, Cnel. Mariano Flores Jiménez y doña Ignacia de Bobadilla y Carrión, prima de ella. Estos le dejaron: la casa de Quito en la actual García Moreno y Olmedo, Tilipulo, Saquisilí, La Calera, Maca, Mulaló, sitio de Ilitio, hato de Pasanchi, Cunchibamba y Tambillo.

     En 1812 fue uno de los firmantes de la Constitución de Quito. En 1813, Alcalde de Quito y Presidente del Municipio. En octubre de ese año, mientras se encontraba solo en la biblioteca de su casa, fue asaltado, pero al ladrón se le cayó el antifaz, reconociendo Larrea en él a un amigo. El incidente y los criados que acudían hicieron que el ladrón huyera, y en noble gesto, Larrea perdonó su acción y le envió 100 onzas de oro, considerando que su amigo estaba en pobreza.

     En 1814 era Coronel de Milicias, grado que ostentaba aun en 1822. Fue dueño de Añaburo, Peguche, Pitura en Cotacachi, San Francisco de Tumbabiro, San José de Urcuquí, Tambillo Alto, Ayaurco, Abagac, barrio en el mismo lugar, Capiola, Cotama en Otavalo, Chiriacu en Chimbacalle, Pasochoa en Amaguaña, la quinta Pomasqui, La Merced en Sangolquí, Pansachi, Pilopata en Uyumbicho, Cualavi en Urcuquí, El Hospital en el mismo lugar, El Molino en Cotacachi, Gualaví en Ibarra, Jatunyacu en Otavalo, Pantaví en Urcuquí, Piñán en Cotacachi, Pisangacho en Urcuquí, Pucará en Otavalo, San Buenaventura en Urcuquí San Isidro de Urcuquí, San Juan de Urcuquí, San Roque en Ibarra. Hacia el sur poseía: el obraje de Tilipulo, el Tilipulo de Alaques, San Juan de Mulalo, La Ciénega, San Joaquín de Mulalo, Patococha, Pasanche de Alaques, Milinliví en Pujilí, Mulaló, La Provincia en Isinliví, Guaytacama, Churopinto en Mulaló, Cunchibamba Chiquito en Latacunga y La Compañía en Saquisilí.

     Así pues, mientras sus padres poseyeron 19 propiedades, el hijo llegó a las 44, siendo sin duda el mayor latifundista que ha tenido el país, luego de los jesuitas.

     En 1815, con tal largo patrimonio, lo único que le faltaba era un título nobiliario. Tenía sólo 43 años y la reacción españolista, de la cual él participaba, había aumentado los pujos de nobleza y vanidad. Efectivamente, en 1815 Fernando VII le concedió el título de primer Marqués de San José y de Vizconde de Casa Larrea.

     Algo pasó que, enseguida de obtenido el título, sus ideas monárquicas se hicieron de tinte republicano. ¿Sintió acaso que estas últimas eran las ideas que iban a triunfar y se acomodó a la nueva perspectiva?. Tanto así que fue apresado el 27-VI-1816, junto con Manuel Mathéu, Guillermo Valdivieso, los doctores Javier Salazar y Bernardo León y don José Barba. En enero de 1818 salieron desterrados a España Juan Pío Montúfar, Manuel Mathéu, Guillermo Valdivieso y el cura Francisco Rodríguez y Soto.

     En 1819 hizo un convenio con su tío Francisco Jijón Chiriboga, respecto a las aguas de San José, liquidando una vieja pendencia. El 3-V-1822, el Presidente Aymerich ordenó su prisión, acusándolo de que se carteaba con el general Sucre. El mismo mes, como propietario en Saquisilí, las fuerzas patriotas le asignaron 200 pesos de contribución para el Ejército de Sucre. Al mes siguiente, ya triunfantes las nuevas ideas, el gobierno le comisionó para dirigir los trabajos del camino a Esmeraldas.

     En abril de 1828, junto con su esposa, fueron padrinos del matrimonio del Mariscal Antonio José de Sucre con doña Mariana Carcelén y Larrea, Marquesa de Solanda y de Villarrocha.

     Tuvo gran amistad con el Libertador, quien al dirigir una proclama a los quiteños, se expresó así de Larrea:

          “Recibid a nombre de la Patria la gratitud que se os merece por vuestro inflamado celo por la consagración de la sacrosanta Ley que ha fundado a Colombia... Vuestros próceres han dado un ejemplo inimitable, vuestros antiguos nobles fueron los primeros en entrar en las filas. El más rico ciudadano de Colombia, anciano y enfermo, ha tomado un fusil, ha recibido la disciplina como un simple soldado: como el antiguo Marqués de San José, todos habéis llenado este sagrado deber”.

     Efectivamente, don Manuel Larrea adolecía desde antes de una grave enfermedad a la piel que le hizo recluirse en su casa de Santa Bárbara y que, a pesar de tener sólo 50 años, parecía de 80.

     En 1823 era el terrateniente más rico de Izamba en Tungurahua, y se le señaló 25 pesos para la campaña del Perú. Se eclipsó por varios años, en 1830 le enjuició desde Lima el Conde de las Lagunas, porque aun le debía un resto del remate de Pitura. En 1831 estableció un censo en Añaburo, a favor del Hospital de la Caridad y compró a Luís Fernández Salvador la hacienda de Tambillo Alto. En 1833 arrendó Peguche a Joaquín Rodríguez, vendió dos haciendas a José Valentín Chiriboga, entre ellas San Francisco en Tumbabiro y cambió Tambillo Alto con el mismo Salvador, recibiendo a cambio la de Ayaurco en Machachi. Este mismo año vendió Chiriacu al Carmen Alto.

     En el censo de Santa Bárbara en 1833 se nota que vivía con tres hijas adoptadas y con trece esclavos negros, a diez de los cuales había otorgado la libertad. Había testado en Quito el 13-III-1831 ante el notario Castrillón. Pidió ser sepultado en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, en el Tejar. Muy afectuoso con sus hijas adoptivas, dejó a Mercedes la hacienda de San Francisco en Urcuquí y la casa llamada de Corte; a Camila dejó Cunchibamba Chiquito y a Carmen Cotogcha en Chillo.

     Otorgó codicilios el 26-IX-1832, el 8-IV y el 13-XI-1835, siendo sepultado en el Panteón de la Recolección Mercedaria.

     Su esposa testó 24-X-1845 ante Castrillón, declaró que sus joyas estaban avaluadas en 8.000 pesos, poseía 6 casas en Quito y 12 propiedades rurales: Tilipulo, Saquisilí, La Calera, Maca, Mulaló, Pomasqui, Mulinliví, San Juan, Santa Rosa de Chillo, Pasochoa, Rumipamba y una quinta en Pomasqui.

     Fueron hijos del primer Marqués de San José:

          1.- Manuel María José Antonio Modesto, que sigue la línea.

          2.- N. Larrea Carrión, que murió niña.

          3.- Carmen Larrea Paz, nació en Quito en 1819. Adoptada. Hija de un notable sacerdote, según declara don Manuel en uno de los codicilios. Heredó la hacienda de Cotogchoa en Chillo, la arrendó en 1873 a José Vega; en 1899 hizo sociedad agrícola con José Justiniano Estupiñán; en 1900 cedió aguas a don Víctor Gangotena para sus haciendas de Sana Ana y San Nicolás de Chillo y en 1903 la arrendó al mismo Estupiñán. Murió en Quito el 31-III-1905, a las cuatro y media de la tarde y luego de la extirpación de un tumor.

Había casado a los 17 años, previa dispensa de 9-XII-1836, con el Dr. Camilo Orejuela de la Barrera, n. en Quito en 1792, abogado, 27 años mayor que ella. Con sucesión: Orejuela Escobar, Orejuela González-Rubio, Vega Orejuela, Orejuela Rojas, Estupiñán Orejuela, Orejuela Terneux, etc.

          4.- Camila Larrea Paz, n. en Quito en 1819. Adoptada. Hija de don Mariano Chiriboga y Requejo, cuyo padre adoptivo declara en un codicilio “la una es de nuestra propia sangre”, por el parentesco que tanto él como su esposa tenían por el lado de Chiriboga con don Mariano. Heredó Cunchibamba Chiquito en Izamba, que en 1850 arrendó a Manuel Anda Egüez, el 58 vendió una parte a Pablo Albornoz y aun poseía el resto en 1867. Murió en Quito 20-VII-1889, a los 70 años. Cuando niña, sufrió una caída y quien le salvó fue Manuel Navarro Balladares, natural de Amaguaña, por lo que su padre en gratitud hizo representar la escena en un cuadro. Al paso de los años, cuando Camila tenía ya 35 años, se casó en Santa Bárbara el 6-II-1854 con su antiguo benefactor. Con sucesión: Chiriboga Navarro, Valverde Chiriboga, Chiriboga Guarderas, Chiriboga Altúnez, Whitney Chiriboga, Chiriboga Chiriboga, Tyler Chiriboga, Chiriboga Álvarez, Chiriboga Vega, Espinosa Chiriboga, etc.

          5.- Mercedes Larrea Paz, nacida en Quito en 1819. Adoptada y, según los mentados codicilios, “hija legítima de ese noble matrimonio de Riobamba cuya tragedia conoces”. Heredó la casa de Corte en Quito y la hacienda de San Francisco en Urcuquí. Casó a los 26 años con Antonio Martínez Jijón. Con sucesión: Donoso Martínez, Donoso Dammer, Martínez Pozo, Cervantes Martínez, etc.

 

XXVIII.- JOSÉ MODESTO LARREA CARRIÓN, b. en Quito en la iglesia de Santa Bárbara 15-VI-1799. Segundo Marqués de San José. En 1817, apenas a los 18 años, remató la hacienda de Cunchibamba en Izamba de los herederos de Mariana Ortega. Hizo estudios en Quito y se graduó de Doctor en ambos Derechos en la Universidad de Santo Tomás en 1821. Casó primero en Guayaquil en IX-1825, por poder, con doña María Dolores Caamaño y Arteta, n. en 1802.

     En 1826 fue Vicerrector de la Universidad de Santo Tomás y miembro del Municipio de Quito. De fines de 1826 a 1829, fue Rector de esa institución. El 3-I-1827 suspendió el cobro de los tres pesos en Otavalo, pero el 31-III ordenó su cobro. Este mismo año fue Intendente de Quito, en septiembre se había disgustado con el general Flores, y Bolívar decía a éste en carta de 14 de octubre:

          “... él se ha portado heroicamente conmigo”.

     El Libertador le nombró Consejero de Estado. Seguramente a poco se reconcilió con Flores, puesto que en III-1828 Bolívar enviaba saludos a Larrea por medio de Flores. Éste, en IV-1828, decía que Álvarez, Pontón el doctor Ante, Pineda y un Larrea, habían escrito al Perú intrigando contra Bolívar.

     Ese mismo año, fue Diputado a la Convención de Ocaña. Hacia 1829 formó familia sin desposarse con su prima tercera doña Tomasa Tinajero y Llona, a quien ya hemos nombrado como nieta de Joaquín Tinajero y Larrea. En III-1830, Larrea se quejó de la ruina que el estanco de aguardiente ocasionaba a las haciendas, y cuando Bolívar suspendió el estanco, le manifestó su felicitación.

     A la muerte del general Sucre en 1830, Bolívar dio el pésame al general Sáenz y a Larrea, considerándolos los más íntimos amigos del Mariscal.OOOodsfOIo El 31 y el 32 dio en arrendamiento San Buenaventura y San José de Urcuquí a Nicolás Barba, y el 32 La Provincia a Antonio Solano de la Sala. A la subida de Flores al poder, empezó a descollar en la política, siendo Presidente del Senado en 1831 y Vicepresidente de la República de 1831 a 1835. Fue Encargado del Poder Ejecutivo del 5-X al 2-XI-1832 y en el futuro volvió a ocupar la dignidad por dos ocasiones. El 32 vendió Ayaurco y Chisinche en Machachi a Arsenio Galárraga.

     Enviudó en IX-1833, habiendo el Gobierno declarado por la señora luto público y se la sepultó en La Catedral. Ese año hizo compañía con Esteban Joleaud para mejorar las manufacturas en los dos Tilipulos.

     Respecto a su actuación en octubre de 1833, cuando el asesinato de los miembros de “El Quiteño Libre”, el serio historiador Francisco Javier Aguirre acusa a todo el gabinete de Flores de haber hecho caer a los revolucionarios en una celada. Y luego dice:

          “Con Hall se tuvo la inútil crueldad de colgarle desnudo en un poste, de orden del Vicepresidente Modesto Larrea, que siendo hombre esencialmente tímido y tal vez aterrado él mismo con el trágico suceso de que no tuvo, como era debido, noticia anticipada, se prestó a este acto de salvajismo”.

     La visión de Aguirre es correcta. En cuanto a los tímidos, se observan reacciones agresivas insospechadas.

     En 1834, Manuel Correo y José Cornejo, dueños de la hacienda Corranqui, la hipotecaron a su favor. Casó por segunda vez el 12-IV-1835 con doña María Carcelén y Larrea, que contaba con 21 años, hermana de la Marquesa de Solanda y de Villarrocha y, por tanto, cuñada que fue del Mariscal Sucre. Ese mismo año compró Santa Rosa de Tumbabiro a los herederos de José Ribadeneira y a la muerte de su padre, en diciembre, se convirtió en el más rico latifundista del país.

     A partir de 1837, su matrimonio comenzó a fracasar. Don Modesto acusaba a su segunda esposa de celosa y de poco inteligente, mientras a ella le molestaban las aventuras de su marido y las apasionadas efervescencias para con ella misma. Cuando las Carcelén celebraron y obligaron a Larrea a beber en contra de su voluntad, atándolo de pies y manos, al despertar éste de su inconciencia, decidió separarse definitivamente.

     Con Rocafuerte en el poder, se dedicó a sus propiedades. En 1836 compró la quinta en Otavalo a Catalina Valdivieso y este mismo año hizo un contrato por dos años con don José María Pérez Calisto, a quien arrendó numerosas propiedades: Añaburo, Capiola, Santa Rosa de Tumbabiro, El Hospital, El Molino, Gualaví, La Quinta, Pantaví, Piñán, Pisangacho, Pitura, San Buenaventura, San José, San Juan de Urcuquí.

     Poseedor de un buen sentido comercial, se deshizo de algunas de sus propiedades, compró otras, las mantuvo en arrendamiento... Tenía tanto que muchos detalles se le pasaban. Hacía vida mundana en abundancia y lideraba en política, hasta con cierta dureza, puesto que a él y a Martínez Pallares, siendo Ministros en 1833, se les acusó de responsabilidad en el mentado asesinato del “Quiteño Libre”.

    Para 1840 vendió varias de sus haciendas a su pariente Manuel Jijón y Carrión: Jatuntaco, Cotama y Pucará en Otavalo. Al año siguiente le vendió Peguche. Dos años después, en 1843, el pariente se convirtió en yerno, al casarse con Rosa.

     En 1840, tenía pendiente ante el Tribunal Eclesiástico de Cuenca su juicio de nulidad de matrimonio. Era Gobernador de ese Obispado el doctor Vintimilla, enemigo de Flores y candidato a legislador. Al haber perdido en las elecciones, el Dr. Vintimilla pidió la nulidad de las mismas. Esto hace decir al historiador Aguirre:

          “Sucedió pues, que este Senador anulaba las elecciones de Cuenca, mientras que el Gobernador Eclesiástico Vintimilla anulaba el matrimonio del Senador.” Pudo ser esta doble nulidad una coincidencia inocente; pero lo cierto es que, anulado el matrimonio, dejó el señor Senador de ser oposicionista.

     Mientras tanto, Larrea estuvo como Plenipotenciario en Francia, España y el Vaticano. Cuando Ministro en este último lugar, logró del Papa la anulación definitiva de su matrimonio con doña Mariquita Carcelén. Fue también Ministro ante Colombia, para tratar del asunto de límites con el general Herrán. En Francia se le nombró Caballero de la Flor de Lis.

     Ya de regreso al Ecuador en 1840, obtuvo dispensa el 16-IV-1841 para casarse, por tercera vez, con doña María Donoso de la Carrera y Zambrano, n. en Riobamba y muerta en 1892.

     Fueron hijos del segundo Marqués de San José:

          1.- Rosa Larrea Caamaño, n. en Quito 23-IV-1827, b. al día siguiente en Santa Bárbara como María Jorgia Rosa Josefa. Casó a los 16 años, el 8-I-1843 con su tío segundo don José Manuel Jijón y Carrión (pariente por Jijón y por Carrión). Con sucesión: los historiadores Jacinto Jijón y Caamaño y Cristóbal de Gangotena y Jijón, el Conde de Casa Jijón, Ponce Gangotena, etc.

          2.- Manuel María José Antonio Larrea Caamaño. Murió niño.

          3.- Manuel Isaac Larrea Caamaño, murió niño.

          4.- María Josefa Dolores Rafaela Marca Larrea Caamaño, murió niña.

          5.- José Manuel Larrea Caamaño, murió niño.

          6.- Juan Larrea y Caamaño, b. 29-VIII-1833 como Juan Bautista José Agustín Ramón, huérfano de madre a los 7 días de nacido, murió al final de la adolescencia.

          7.- Juan José Ribadeneira Larrea y Tinajero, habido en doña Tomasa Tinajero Larrea y Llona, que sigue la línea.

          8.- Emilia Ribadeneira Larrea y Tinajero, n. en Ibarra por 1832. Casó en 1858 con el Dr. Antonio Ribadeneira Villavicencio, descendiente de los Condes del Real Agrado, médico. Con sucesión: Mancheno Ribadeneira, Echanique Mancheno, Donoso Echanique, Donoso Cobo, Ribadeneira Aguirre, el ex Presidente de la República del Ecuador, Ing. León Febres-Cordero Ribadeneira, Febres-Cordero Cordobés, Durán-Ballén Febres-Cordero, etc.

          9.- María Rosario Rosalía Incolaza Larrea y Carcelén, murió niña.

          10.- Manuel Larrea Muñoz, habido con doña Carmen Muñoz de Ayala y Villamagán, nació en Sangolquí en 1842. Casó con Camila Ávila Muñoz de Ayala. Con sucesión.

          11.- Manuel Ángel Larrea Donoso, b. en Quito el 6-VIII-1845. Casó primero en 1872 con su sobrina carnal, doña Rosa Jijón y Larrea y segundo en 1907 con María Barba Aguirre, sin sucesión en esta. Con sucesión de la primera: Chiriboga Larrea, Salvador Chiriboga, Chiriboga Rosado, Ponce Suárez, Barba Larrea, Montúfar Freile, Barba Chiriboga, Vásconez Barba, Freile Barba, Jijón-Caamaño Barba, Larrea Freile, Freile Larrea, Freile Guarderas, Pérez Freile, Plaza Larrea, Correa Plaza, Guzmán Plaza, Guzmán Vintimilla, etc.

          12.- Betsabé Larrea, de quien se ignora la madre. Nació en Ibarra. Formó familia con el padre Camilo Terán Yépez. Con extensa sucesión en Ibarra: Larrea Terán, Larrea Andrade, Larrea Benalcázar, Villota Larrea, Larrea Rosales, Larrea Cabrera, Larrea Torres, Larrea Calero, etc.

 

XXIX.- JUAN JOSÉ RIBADENEIRA LARREA Y TINAJERO, quien se llamó Ribadeneira en agradecimiento a la señora que lo crió, junto a su hermana Emilia, doña Mariana Ribadeneira y Coello de Portugal. Nació en Ibarra por 1830. Fue profesor de Gramática Latina y Castellana. Murió joven el 19-IV-1863. Habíase casado con Dolores Subía Marín y Ribadeneira, n. en Ibarra, padres de:

          1.- Josefina Ribadeneira Larrea y Subía, que sigue la línea.

          2.- Elena Ribadeneira Larrea y Subía, n. en Ibarra por 1859. Casó en El Sagrario de Quito el 29-V-1879 con el Ing. Eudoro Anda Vásconez, natural de Ambato. Separados casi de inmediato, éste en 1901 le siguió juicio de nulidad ante el Arzobispo de Quito, González Calisto, aduciendo consaguinidad.

 

XXX.- JOSEFINA RIBADENEIRA LARREA Y SUBÍA, n. en Ibarra por 1857. Casó en Quito por dispensa de 15-I-1878 con su primo hermano don Agustín Dávila y Subía, nacido en Ibarra en 1849, padres, entre otros, de:

 

XXXI.- AGUSTÍN DÁVILA RIBADENEIRA Y LARREA, nació en Quito por 1878. Casó en Quito con doña Carmen González Calisto y Álvarez, padres de:

          1.- María Teresa Dávila González, que sigue la línea.

          2.- Zoila Dávila González, que murió en la adolescencia.

 

XXXII.- MARÍA TERESA DÁVILA GONZÁLEZ, nació en Quito en 1911. Enfermera. Formó familia con el Tnte. Cnel. Numa Enrique Sánchez Garcés, natural de Pelileo, hijo de Vidal Sánchez Andrade y de María Virginia Garcés Vaca. Luego, formó familia con Enrique Caicedo Zúñiga, natural de Latacunga. Madre de:

          1.- Alfredo Sánchez Dávila, nacido en Quito 20-XII-1932. Casó con Irene Muñoz García. Con sucesión.

          2.- Cecilia Miriam Dávila Sánchez, que sigue la línea.

          3.- Marcelo Sánchez Dávila, que murió niño.

          4.- Martha Dávila Caicedo, nació en Latacunga. Casó con el Ing. Vicente Prado Dávila. Con sucesión.

 

XXXIII.- CECILIA MIRIAM DÁVILA SÁNCHEZ, que uso primero el apellido de su madre. Nació en Quito el 3-VI-1934. Casó en Ambato en 1952 con el profesor Fausto Alvarado Vayas, nacido en Ambato 12-X-1926, hijo de José Miguel Alvarado Cruz, natural de Pelileo, y de Blanca Vayas Cevallos